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viernes, febrero 03, 2006

Sensores de presencia.

Es increíble lo que son capaces de hacer unos simples aparatitos con la vergüenza de las personas. Esta semana han instalado detectores de presencia para encender y apagar las luces en los pasillos de acceso a mi oficina. Estos instrumentos que inicialmente parecían totalmente inocuos crean un halo de inconsciencia a su alrededor y están afectando a nuestra conducta, la mía la primera.

Me he descubierto pasando, a velocidad infinitesimal, por el pasillo intentando que el sensor no me detectara. No está de más decir que el pasillo mide unos cinco metros y mi paciencia algo menos, con lo que a medio camino aceleré con el consiguiente encendido de la luz y la rabia de darme cuenta del tiempo perdido. Pero eso no es lo peor, resulta que mis compañeros también hacen lo mismo y con igual resultado que el mío, y verlo desde fuera es más ridículo de lo que parece cuando eres tú mismo el que hace el idiota. Si alguien cree que esto es perder la vergüenza es porque no nos ha visto investigando el método opuesto, es decir, correr lo más rápido que el corto espacio nos permite, para intentar cruzar el pasillo antes de que la luz se encienda. Lo mejor es que casi lo hemos conseguido.

Cuando el intento sea fructífero os lo haré saber. De momento me despido porque me toca correr a mí.

1 comentario:

Capitán Cubata dijo...

Ya decia yo que estudiar fisica no podia llevar a nada productivo... ¿realmente vale la pena?
saludos