Desesperación debe ser el estado de ánimo de una francesa de 38 años cuando llegó al hospital con labios, mentón y parte de la nariz que habían sido arrancados violentamente por perros que la atacaron sin razón alguna. No podía hablar ni comer, y tanto le pesó su suerte que aceptó de inmediato cuando le propusieron ser la primera paciente en someterse a un trasplante de cara. Desesperación, seguro que fue desesperación.
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